Bebida que se obtiene quemando el aguardiente, con azúcar. Normalmente se le añade un limón troceado en cuatro encima del aguardiente, para que sangre y compense con la acidez el dulce. El secreto de la queimada es encontrar el punto de azúcar agradable a quienes la van a tomar y apagarla cuando al reposar el cazo la llama azul empieza a perder fuerza. Mientras el fuego está prendido hay que remover la mezcla sin parar para que el azúcar se vaya diluyendo en el alcohol. Es muy característico declamar un conjuro contra las brujas, los espíritus y diablos mientras se prepara. Era bebida propia de las reuniones paganas en tierras gallegas seguramente desde los mas remotos tiempos, y que en la Edad Media se llamaron aquelarres o reuniones de brujas. Aunque hay gente que le añade granos de café, café preparado o vino, a mi personalmente me parece una forma de desvituarla sin aportar nada nuevo, Según Jose Ramón Varela, junto con las hogueras de San Juan y el fuego Olímpico, la queimada es uno de los mas antiguos ritos de fuego que han sobrevivido hasta nuestros días.
Aunque existen tantos conjuros como se sea capaz de contar, este es el más tradicional y su traducción realizada por Xosé Castro:
Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasgos e diaños, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas, feitizos das menciñeiras.
Podres cañotas furadas fogar dos vermes e alimañas.
Lume das Santas Compañas, mal de ollo, negros meigallos,
cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregón da morte; fuciño do sátiro e pé de coello.
Pecadora lingua da mala muller casada con home vello.
Averno de Satán e Belcebú, lume dos cadavres ardentes,
corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernais cús,
muxido da mar embravescida.
Barriga inútil da muller solteira,
falar dos gatos que andan á xaneira,
guedella porca da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas de este lume
que asemella ao do inferno,
fuxirán as bruxas a cabalo das súas escobas,
índose bañar na praia das areas gordas.
¡Oíde, oíde! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse na augardente,
quedando así purificadas.
E cando este brevaxe baixe polas nosas gorxas,
quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada:
si é verdade que tendes máis poder que a humana xente,
eiquí e agora, facede cos espritos dos amigos que están fora,
participen con nós de esta queimada.
Demos, trasgos e diaños, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas, feitizos das menciñeiras.
Podres cañotas furadas fogar dos vermes e alimañas.
Lume das Santas Compañas, mal de ollo, negros meigallos,
cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregón da morte; fuciño do sátiro e pé de coello.
Pecadora lingua da mala muller casada con home vello.
Averno de Satán e Belcebú, lume dos cadavres ardentes,
corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernais cús,
muxido da mar embravescida.
Barriga inútil da muller solteira,
falar dos gatos que andan á xaneira,
guedella porca da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas de este lume
que asemella ao do inferno,
fuxirán as bruxas a cabalo das súas escobas,
índose bañar na praia das areas gordas.
¡Oíde, oíde! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse na augardente,
quedando así purificadas.
E cando este brevaxe baixe polas nosas gorxas,
quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada:
si é verdade que tendes máis poder que a humana xente,
eiquí e agora, facede cos espritos dos amigos que están fora,
participen con nós de esta queimada.
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Mochuelos, lechuzas, sapos y brujas,
demonios maléficos y diablos, espíritus de las nevadas vegas.
Cuervos, salamandras y meigas, hechizos de las curanderas.
Podridas cañas agujereadas, hogar de gusanos y de alimañas.
Fuego de las almas en pena, mal de ojo, negros hechizos,
olor de los muertos, truenos y rayos.
Ladrido del perro, anuncio de la muerte; hocico del sátiro y pie del conejo.
Pecadora lengua de la mala mujer casada con un hombre viejo.
Infierno de Satán y Belcebú, fuego de los cadáveres en llamas,
cuerpos mutilados de los indecente pedos de los infernales culos,
mugido de la mar embravecida.
Vientre inútil de la mujer soltera,
maullar de los gatos en celo,
pelo malo y sucio de la cabra mal parida.
Con este cazo levantaré las llamas de este fuego
que se asemeja al del infierno,
y huirán las brujas a caballo de sus escobas,
yéndose a bañar a la playa de las arenas gordas.
¡Oíd, oíd! los rugidos que dan las que no pueden dejar de quemarse en el aguardiente
quedando así purificadas.
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas,
quedaremos libres de los males de nuestra alma y de todo embrujamiento.
Fuerzas del aire, tierra, mar y fuego, a vosotros hago esta llamada:
si es verdad que tenéis más poder que la humana gente,
aquí y ahora, haced que los espíritus de los amigos que están fuera,
participen con nosotros de esta queimada.
Preparación: Es muy cómodo el kit de barro, pero cualquier caldero de cobre o pote tradicional de hierro vale para prepararla, teniendo mucho cuidado con las quemaduras. Se vierte primero el aguardiente y a continuación el azúcar que debe de quedar en el fondo, o sea no remover, se deja unos instantes y se mete el cucharon hasta el fondo para recoger una cantidad abundante de azúcar. Se inclina el cucharón para que escurra el aguardiente y cuando solo queda azúcar y está en el borde se acerca la llama, porque lo que prende es el azúcar empapada, no el aguardiente. El cucharón con el fuego prendido se acerca con lentitud al aguardiente y se sumerge con mucho mimo para evitar que se apague y lograr que el líquido se caliente, esto es más importante y cuidadoso cuanto peor o más frío esté el aguardiente. Una vez que se ha conseguido trasladar el fuego a la superficie se debe dejar que coja fuerza y se haga homogéneo antes de empezar a remover. Una vez que el fuego se adueña del cacharro el cuidado del oficiante debe de estar en conseguir la homogeneización entre el alcohol y el azúcar mediante movimientos rotatorios, eso que se llama remover, y movimientos que llevan a airear la mezcla, que es eso de levantar el cucharon y dejar caer su contenido ardiendo, cuidado con las salpicaduras que son de fuego. Es muy efectivo hacerlo con mucha lentitud y altura dejando que se forme un hilo de fuego entre el cucharon y el cacharro. Nunca se debe de dejar que se apague por sí misma porque eso supondrá que se ha consumido la casi totalidad del alcohol y tendremos un refresco. El punto se percibe viendo el equilibrio entre la llama azul y la llama amarilla cuando se deja de remover. la llama azul corresponde al alcohol y la amarilla al azúcar, su equilibrio, predomino del azul responde a la disolución del azúcar. Hay otra forma de probarlo, solo para iniciados, que es buscar una zona de llama azul, solo azul, y meter el dedo. El dedo saldrá ardiendo con llama azul, de alcohol, que no quema, y soplarlo con cierta, no demasiada que acaba quemando, parsimonia para a continuación chupar y comprobar sabor y contenido alcohólico. Se apaga con un buen soplido, cuidado con el aire y con el efecto rebote de las llamas porque puede abrasarte la cara, o con una tapadera que ahogue el fuego. En cuanto al limón, si se va a usar, se incorpora ante de prender y cortado en cuartos sobre el cacharro para que sangre sobre el líquido, ya que su función fundamental es quitar el excesivo dulzor de la mezcla y cuanto más entero esté mejor cumple su función. Hay pocas bebidas más deliciosas y divertidas, a la par que digestivas, que la queimada. Ánimo y buen provecho.
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