Su nombre proviene de la lata, llauna, en la que se metía al horno y se conservaba. Era habitual prepararlo por cuaresma en todos los hogares, pero a saltado ese ámbito inicial y hoy en día es difícil no encontrarlo en cualquier restaurante catalán, ya sea dentro o fuera de Cataluña. Existen dos escuelas del bacalao a la llauna, pero solo se diferencian en la forma de prepararlo. Bacalao, ajo, pimentón, aceite, vino blanco y perejil.
En la primera, la más tradicional, se emulsiona el pimentón con el vino blanco y aceite, agitándolo hasta conseguir un liquido homogéneo. En ese líquido se remoja el bacalao antes de ponerlo en una fuente para conseguir que al penetrar en el pescado consiga un sabor más uniforma. Se coloca el bacalao en una lata, o en una bandeja, se vierte sobre él la salsa y se mete al horno. Unos minutos antes de sacarlo se le añade un picado de ajo y perejil y se deja hasta que termine de hacerse.
En la segunda necesitaremos además harina. Se enharina el bacalao y se fríe. En el mismo aceite se echa ajo, se deja dorar y se añade vino y pimentón, removiendo dejándolo al fuego hasta que reduzca el alcohol, momento en el que se vierte sobre el bacalao frito previamente colocado en la lata o fuente. Se le pone por encima ajo y perejil picado y se mete al horno.
Para gustos colores. La mejor opción... ir alternando la preparación hasta que se tome una decisión, o mientras no se tome.
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