Como todos los preparados que incluyen ajo y aceite, su origen es el de las invasiones mediterráneas de la península, griegos, fenicios, romanos y cartagineses. Referencias históricas llevan a pensar que el origen primero es el preparado de ajo que tomaban los legionarios romanos para infundirse valor o incluso, con mayor certeza, el “salmorium” que era parte de la alimentación de los campesinos romanos (ajo, pan, aceite y sal.). Seguramente los árabes decidieron reinventarlo y refinarlo añadiéndole frutos secos, a los que son tan afectos, y aunque perduraron otros finalmente el de almendra es el que se alzó con los favores de la mayoría de la población. Aunque normalmente se toma diluido en agua para hacer una especie de sopa fría o gazpacho, en algunas zonas de Almería se usa sin diluir como salsa que acompaña a diversos alimentos o incluso directamente untada en pan.