El garum era la salsa, condimento, que más ha trascendido de la cocina del imperio romano. Su preparación con base de pescado, habitualmente caballa, daba como resultado un producto altamente aromático y cotizado por encima de los metales. Existían varias versiones según su consitencia y grado de maceración, de putridez también podría decirse. Algunas de las variantes, o fases de aprovechamiento, más conocidas hoy en día son: Muria, que era una salmuera aromatizada, el Hallec, el Liquamen y la Junia Rufina Sociorum Exquisitus, la más afamada de todas, que se producía en una población romana cercana a Cádiz y cuya principal característica era el uso del atún en su preparación. Receta básica: Se prepara en un recipiente de madera una salazón de trozos y vísceras de pescado, caballa, anchoa o pequeños pescados, y se deja al sol hasta que fermente. Se recoge, se filtra y se envasa el líquido proveniente de la fermentación. El liquamen se obtenía lavando repetidamente el residuo seco que quedaba después de extraido el garum. Ese residuo seco se conocía como hallec y se comercializaba como una pasta de pescado que parece una clara predecesora del tonato italiano, de la olivada aragonesa o del tapenade provenzal.
CARTAS SIN FRANQUEO (XCV)- LA INVOLUCIÓN Y LA CENSURA
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Como ya te comentaba el otro día, la ventaja, seguramente no la única, de
ir cumpliendo años, y ser capaz de observarlos, retenerlos y estudiarlos,
es ve...
Hace 1 año
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