Después de la matanza, se dejaba orear la manteca que producía el animal, se troceaba y se fundía en un gran caldero de cobre. En la grasa líquida se introducían riñones, lomo, bazo, chorizos, cebollas, manzanas, peras y tortas de pan para conservar. El pan, las cebollas y las frutas se rociaban con azúcar al sacarlas para comer. Todo este proceso y productos recibían el nombre de derrita.
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